sábado, 25 de diciembre de 2010

Noche Buena


Debo admitir que fue extraño la primera vez. Que a uno lo traten como si fuera un espantoso monstruo resulta muy doloroso las primeras veces. No es que quiera empezar a inventar escusas. No. Tan sólo creo que un ser humano debe tratar a otro como igual sin importar la condición (aunque admito que suena utópico). Hace poco una señora de esas adineradas empezó a gritar como loca cuando me acerqué, como si fuera un feroz leopardo y ella una indefensa gacela. Sólo quería ayudarla a cruzar de acera. Uno se acostumbra a vivir en la calle: ser mendigo puede ser un trabajo difícil aveces. No me quejo. Memento homo quia pulvis es et in pulverem reverteris. De ángel esplendoroso a ángel caído en un día: la típica historia.

No sé si todo lo que pasó fue producto de las drogas. Somos blancos de las críticas por querer inhalar cemento de vez en cuando; se culpa a todos esos satánicos químicos por nuestra desgracia pero ellos no tienen la culpa. Si sintieran el frío de la calle cada vez que caen dormidos y sufren el ardor de la acera hirviendo en la nuca cuando se levantan, también les gustaría despejarse cuando se presenta la oportunidad. No piensen mal de mí, yo soy el único quien dirige mi vida, a pesar de que las pruebas testifiquen en mi contra.

Todo pasó en una noche de luna llena. Las nubes trataban de quitarle el esplendor al astro como si sufrieran un ataque de celos, pero no lo lograban. Había logrado que un chino dueño de un supermercado me hubiera regalado unas sobras para comer: bajo el frío espectral de la calle cualquier sobra es un lujo. Me senté en la esquina – ahora abandonada – donde los travestis acostumbraban ganarse el pan de cada día y me dispuse a comer. El silencio se había apoderado de la calle, el vacío amenazaba con adueñarse de todo; parecía que alguien había talado los grandes árboles de cemento y vidrio de la jungla de asfalto y hubiera dejado un desierto. Estaba completamente solo en ese escenario sin intérpretes.

El bombillo de un poste de electricidad reventó, atentando contra toda aquella ceremonia de calma sepulcral. Ya estaba acostumbrado a ese tipo de fallas; cuando uno lleva tanto tiempo deambulando por una ciudad, nada te sorprende. Nada. Empecé a escuchar el sonido de algo que parecía raspar el asfalto. Esas ratas por comer de todo, han crecido como si fueran rinocerontes –pensé inocentemente, sin darme cuenta que algo estaba tratando de quitar la tapa de la alcantarilla que estaba debajo del semáforo que parpadeaba epilépticamente al frente mío.

Había escuchado el mito urbano de los cocodrilos que habitan en las cloacas, pero para quitar esa tapa se necesitaba algo que ningún reptil –por suerte – tiene: pulgares. El sonido de una canción de música Charleston empezó a salir de la alcantarilla. Pensé que Morfeo me estaba jugando una mala pasada pero, después de pellizcarme varias veces, pude notar que aquello de verdad estaba sucediendo. Los forcejeos con la tapa continuaron hasta que salió volando como un cohete; cayó en medio de la calle y giró sobre sí hasta que finalmente se detuvo, y de la alcantarilla empezaron a escucharse voces junto a la música.

Un hombre con sombrero de copa salió triunfal de esa alcantarilla de fantasía. Llevaba un elegante traje entero de color morado; su rostro apenas se dejaba ver gracias a unos largos anteojos verdes, llevaba un largo bigote de Dalí que se alzaba hacia el cielo exuberantemente y una cálida sonrisa remataba el bizarro aspecto que el hombre tenía.

-Buenas noches, buen hombre- dijo el que parecía ser un maestro de ceremonias- espero no interrumpir su cena pero mi caravana necesita llegar a su destino lo más rápido posible.

Petrificado por tal sorpresa, no pude articular ni una palabra. Cuando pude reaccionar un poco ante tal situación, hice una seña de aprobación que el caballero agradeció con una reverencia.

Del pequeño hueco de la alcantarilla salió una mujer vestida con un corto vestido rojo. Sus anchos labios y su mirada concupiscente retaban a cualquier corazón a quemar toda la pasión en sus cámaras de fuego. La sensual figura del súcubo recién salido de la cañería no era lo que más resaltaba, no. De su espalda salían unas largas alas de ángel que caían hasta el piso. No podía entender como el maestro de ceremonias y aquella musa habían podido brotar de un orificio que podía tener unos escasos 45 centímetros de diámetro. Parecía que hasta la generación espontánea se hacía presente en el siglo XXI.

El maestro de ceremonias y la mujer alada empezaban a alejarse por la calle cuando el cuerpo de un hombre reptó por el hueco que parecía conectar la soledad citadina con una orgía circense sacada de la mente del Marqués de Sade. Lo que me llamó la atención en aquel hombre era el hecho de que llevara su cabeza en sus brazos; sí, estaba decapitado y portaba su cabeza como un triunfal trofeo de cacería. Vestía un elegante traje emulando a un tirano Luis XIV y su cuerpo tenía el caminado de un recatado aristócrata a pesar de no portar una cabeza que le ordenara tal acción.

-Parece que acabas de ver al fantasma de tu abuela, amigo – me dijo su cabeza – te aconsejo que te tomes un trago, de esos que prepara el brujo.

¿Brujo? ¿De qué hablaba el decapitado? A continuación, salió de la cañería un brujo. Parecía que pertenecía a alguna tribu aborigen; llevaba un estrafalario amuleto en forma de cruz colgando del cuello y un taparrabos era lo que no permitía que anduviera como llegó al mundo.

-Oye Alejandro – gritó el decapitado, demostrando su dotes hospitalarios- regálale un trago a ese tipo. Parece que tiene frío.

El brujo saco un pequeño vaso de madera y vertió un líquido azul de una botella. Me lo extendió y tuve que tomármelo rápidamente para dar una señal de agradecimiento. El trago tenía un ligero saber cítrico; sin embargo, apenas me lo tragué, su sabor se convirtió en una sensación amarga al pasar por mi garganta, como si fuera café. Le devolví el recipiente de madera al brujo y el continuó su marcha.

Los personajes de la caravana seguían su camino por la calle hasta doblar en una esquina a una distancia de cuatro semáforos más lejos de donde yo estaba. Un hombre con cabello largo y una frondosa barba brincó de la alcantarilla. Tendió su mano al interior y sacó a otro hombre que tenía aspecto morisco; llevaba un largo turbante y una túnica color caqui, su barba blanca parecía competir con la del hombre que lo había sacado del abismo de las cañerías. Me percaté que el hombre de pelo largo era idéntico a la figura del mesías que siempre había visto en los cuadros de las iglesias cuando le rogaba a algún sacerdote que me regalara alguna limosna (los muy bastardos siempre me echaban de los templos quejándose de mi mal olor). El “Jesús” tomó de la mano al hombre del turbante – que parecía una especie de profeta – y lo besó apasionadamente en la boca. Siguieron la ruta de la caravana tomados de la mano como una pareja de adolescentes enamorados, de esos que pasean por los parques.

Unos niños cíclopes emergieron saltando y danzando al compás de la música que se seguía escuchando, proveniente de la alcantarilla. Cada uno llevaba una mariposa de exótico color enjaulada; habían de todos colores: plateadas, doradas, rojas, purpura. Un pequeño cíclope se acercó donde yo estaba y me lanzó una mirada curiosa. Sacó de su bolsillo una tiza y empezó a escribir en la pared sobre la cual estaba recostado. Luna divina, ilumínanos y juega con nosotros, rezaba aquel grafitti que al día siguiente intenté borrar pero no cedió a la presión de desaparecer.

Un séquito de enanos – calculo que eran unos ocho – salieron ansiosos como si esperaran algo. Uno silbó y seguidamente fue emergiendo una larga carroza. La carroza llevaba una gran caja de cristal con agua que contenía una sirena. La sirena nadaba en su pequeño hábitat como si estuviera surcando el océano más grande del mundo, demostrando sus atributos a pesar de su cautiverio. Aquella bella creatura, cuando se percató de mi enamorada mirada, se dispuso a cantar mas no logré escuchar nada. Pude notar que, en una esquina, el cristal llevaba una inscripción: Cristal retenedor de sonidos. Debo ofrecer mi más sincero agradecimiento al fabricante de aquella caja ya que no tenía un mástil al cuál atarme como alguna vez lo tuvo Ulises.

Noté que los actores empezaron a cambiar. De las cañerías empezaron a salir parejas de animales: dos marmotas, dos ornitorrincos, dos avestruces, dos camellos, dos cobras. Macho y hembra. Siguiendo la caravana como si fuera un arca bendita. Una pareja de tarántulas puso fin al desfile de animales que, seguramente, eran exiliados de algún gran zoológico. Lo último que salió de la alcantarilla fue el grupo de músicos encargados de tocar la movida melodía que se iba extinguiendo, poco a poco, conforme la caravana se iba, como si fuera una vela que agonizaba lentamente.

Después de que la caravana desapareció completamente y el silencio volviera a reclamar la noche, fui a revisar la alcantarilla. Una íngrima oscuridad me impidió ver lo que había adentro. Supuse que era mejor no jugar de intrépido, por lo que recogí la tapa y cerré la “puerta” que dividía la calle de las cloacas. Sentencié que algún día me armaría de valor y bajaría a explorar si allá abajo existía otro mundo. O universo.

Sé que es difícil que me crean que esto de verdad pasó. Un indigente puede llegar a mentir sobre cualquier cosa para tener algo que darle al estómago. Tan sólo quiero decir que no tengo ninguna razón para mentir: soy un solitario testigo de los eventos que se llevan a cabo en las calles. El intenso olor del cemento no puede dibujar, eso lo conozco muy bien. Los invito a pasar y observar el grafitti que dejó el pequeño cíclope; las autoridades han probado de todo para borrar la inscripción y todavía sigue allí, victoriosa, siendo la marca de un evento inesperado.

Quizá deberíamos tomarnos el tiempo y revisar que hay debajo de la calles. No cuesta nada. Podríamos encontrar mundos perdidos, cofres llenos de monedas de oro, caravanas con ilustres y extraños miembros, escaleras que conducen al lóbrego centro del infierno, o simplemente aguas negras.

Las calles están tan solas en noche buena, que nadie se da cuenta de lo que sucede en ellas.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Vientos de diciembre


El viento de diciembre movía los árboles como alguna vez lo hizo con un olvidado canto arcano tallado en la áspera superficie de una piedra. Sin embargo, el anciano no lo sentía.

No se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Las personas, los murmullos, los abrazos. Su vista se concentraba en seguir el golpe que recibía la tierra al ser ultrajada; una pala se encargaba de abrir las entrañas del suelo.

Y recordó lo efímero de la existencia. Al final, todo parecía un juego cruel: uno se va sin despedirse. Nunca se había preguntado por el tan famoso sentido de la vida, le parecía que era placer por perder el tiempo, sólo sabía que todos comparten un mismo destino pero le resultaba difícil entender que la muerte no sigue ningún orden.

El tiempo se devoraba a sí mismo. Dos hombres se encargaban de cerrar la sepultura que ahora albergaba un nuevo ataúd. Los martillazos que separaban viejos recuerdos del mundo real rompieron el silencio del anciano con un tempo profundo, capaz de helar las cálidas arenas del Sahara.

El anciano se quedó solo, observando la tumba de su nieta. Fue en ese momento que se dio cuenta que no volvería a cantar.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Una verde burla a la inteligencia


Es común que los jóvenes siempre recibamos críticas por parte de ciertos grupos. Nuestros gustos, ya sean musicales, políticos o incluso de vestimenta, son vistos como aberraciones que atentan contra algo llamado “moral” o “buenas costumbres”. Incluso hace poco cuando el Skatedra fue cancelado, el Concejo Municipal de Heredia se dejó decir que “este tipo de conciertos son incompatibles con la política que queremos para el cantón, para la juventud. Los que van a estos conciertos de música moderna, de pelos largos, salen en el mejor de los casos alcoholizados y otros drogados, y esto da pie a disturbios” .La verdad no pienso que alguien por tener pelo largo deba ser tachado de peligroso o que sólo por asistir a un concierto signifique que uno va a salir drogado, desconozco lo que estos señores de la municipalidad herediana quieren para la juventud pero me imagino que quieren que nos cortemos “las mechas”, usemos ropa “decente” y que leamos la biblia por la noches ¡Qué aburrido! ¿Acaso esas personas fueron alguna vez jóvenes? Sin embargo, cuando se acercan las elecciones municipales todos los partidos corren para atraer nuestros votos: sólo nos toman en cuenta cuando les interesa, lógico. Los mechudos/delincuentes descarriados/anarquistas/viciosos nos convertimos entonces en votos que los políticos estarán dispuestos a hacer de todo, hasta malabares, para obtenerlos.

Mi banda fue invitada aproximadamente hace una semana tocar en un festival llamado Alajuela para vos. Nos fue informado que el objetivo del evento era que las personas votaran en las próximas elecciones; aunque estábamos decepcionados de la política nacional, decidimos tocar ya que todo indicaba que muchas personas llegarían. El día del festival llegué faltando una hora para que tocáramos pero me lleve una muy desagradable sorpresa: el evento era del Partido Liberación Nacional, esto me extrañó mucho ya que en el periódico La Nación de ese mismo día decía que el festival era para promover el voto en las elecciones municipales. ¿Engaño vergonzoso? No lo sé. Ya no había marcha atrás y no me quedaba más que tocar a pesar de que preferiría morir mutilado que votar por ese partido. Un joven muy amable me informó que tocaríamos en una “guerra de bandas” y que sólo tendríamos el tiempo de tocar dos o tres canciones, esto debido a que a algún “genio” se le ocurrió que cinco bandas podían tocar en una hora. Le informe al joven mi descontento con esto pero me respondió que no podía hacer nada: donde manda capitán no manda marinero. Después de que el baterista de una de las otras bandas que tocaba demostrara tener un ego más grande que todo Londres al criticar los platillos con que toco (supongo que se creía la reencarnación de John Bonham), mi banda conectó su equipo y nos preparamos para tocar. Después de tocar la primera canción, un hombre tomó un micrófono y nos echó burlonamente del escenario diciendo que no había tiempo: no dijo gracias ni nada, como si hubiéramos rogado por tocar allí. Con las demás bandas hizo lo mismo. Pedí hablar con el encargado y el tipo, al ver lo enojado que estaba, me empezó a prometer que nos seguirían llamando para tocar en diferentes lugares, que todo había sido un error… ¡Como si no conociera a los políticos! Las gotas de sudor del joven que nos había llamado delataban su vergüenza, pero él nada podía hacer. Según los organizadores con el aplauso del público obtendrían el ganador, mi banda quedó en segundo lugar y recibimos 25000 colones, pero esa clase departidos siempre olvidan algo: que no todas las personas se callan con dinero. Después de la ridícula “guerra de bandas”, subió al escenario un hombre presumiendo haber dejado las drogas que se dedicó a lanzar chistes homofóbicos como por media hora.

La verdad no entiendo como un partido que pretende atraer el voto de los jóvenes es tan poco serio en lo que hace. Me sentí burlado, como si hubiera mendigado por tocar para ellos, y lo único que recibí fueron promesas huecas, como pasa en cualquier campaña electoral. A pesar de que a una banda se le denomine de “garaje” o “principiante”, esta merece el respeto de cualquier persona: la integridad artística debe permanecer intacta. Sólo debemos recordar la respuesta que dio un juez cuando Salvador Dalí fue llevado a la corte después de romper un escaparate, que había diseñado, al ser clausurado por atraer la atención de las personas que lo miraban: la integridad del artista se respeta sobre todas las cosas.

No creo que un partido que no puede ni manejar un simple “chivo” pueda organizar una municipalidad entera. Me di cuenta con esto que los políticos sólo se acuerdan de los jóvenes cuando los necesitan y les pueden sacar provecho, después de eso se dedican a cerrar los parques a los que vamos y a vetar los conciertos de la música que nos gusta. Todavía no me he decidido por quién votar en las próximas elecciones municipales pero sólo sé que estas cosas me hacen dejar de creer en la democracia.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Las fronteras de la razón


La situación que se está viviendo en la zona limítrofe de Nicaragua y Costa Rica ha desembocado en una crisis que parece demostrar que la razón también tiene sus fronteras. Los gobiernos de ambos países han utilizado este conflicto como medio para justificar sus intereses, creando así un ambiente de tensión que, con ayuda de la prensa, ha producido en la población de las dos naciones conductas xenofóbicas. Esta diferencia debió haber sido manejada por los dos gobiernos de una manera sensata y razonable, no de una forma que se llegue hasta insinuar la guerra.

Para comprender este conflicto debemos obviar los extravagantes adjetivos que utilizaron los diferentes medios de comunicación. El pasado 21 de octubre el gobierno costarricense acusó a Nicaragua de afectar territorio nacional, específicamente en la parte de la isla Calero, en las obras del dragado del río San Juan, un día después un contingente de la policía fue a la zona y levantaron una bandera de Costa Rica. El gobierno de Managua mandó un cuerpo del ejército a la zona alegando luchar contra el narcotráfico y argumentó que los trabajos se estaban realizando en el lado nicaragüense. El encargado de los trabajos Edén Pastora, un ex guerrillero revolucionario/ recluta de la Contra de dudosa reputación, alegó que según un mapa de Google esa zona era territorio nicaragüense. El ejército nicaragüense, entonces, decidió poner su bandera en la isla. Costa Rica prosiguió a denunciar el acto ante la OEA y a partir de allí, ser armó un completo circo.

Es cierto que Costa Rica debía defender su territorio; sin embargo, no de una forma retadora y casi bélica, olvidando la tradición de paz que caracteriza al país. El presidente nicaragüense Daniel, por otro lado, Ortega aprovechó la situación para declarar una “invasión al territorio” perfecta para su campaña de reelección en el 2011. Aunque tanto los mapas de Nicaragua como los de Costa Rica muestren la isla Calero como territorio costarricense, parece que Ortega le sacará la última gota al asunto, creando un juego político en beneficio propio.

Pero el gobierno de Laura Chinchilla no se queda atrás. Este conflicto ha servido para tapar la lucha contra el medio ambiente de la presidenta, que se dejó de hablar por la situación de “peligro en la frontera”. También ha significado una fabulosa oportunidad perfecta para justificar la presencia de militares estadounidenses en el Caribe, creando la oportunidad de cambiar el discurso nuevamente ahora en pro de la defensa de la soberanía nacional; es decir, la situación vivida en la frontera ha servido para que el pueblo se “una contra el enemigo” y olvide así todos los fracasos de la administración. Resulta evidente que los dos gobiernos han sabido sacarle provecho al pastel fronterizo.

En las dos naciones ha emergido un sentimiento nacionalista que ha llegado a convertirse en brotes xenofóbicos. Los grupos y mensajes creados en las diferentes redes sociales son muestras de cómo se infunde el odio sin ninguna razón, llegando hasta el punto que muchas personas han empezado a utilizar la lamentable muerte de un nicaragüense en las garras de un perro Rottweiler acaecida en el 2006 como consigna para luchar contra “la amenaza nica”. Incluso un telenoticiero forró todo su set de banderas tricolores de un día para otro. Este nacionalismo ha despertado un sentimiento bélico en la población costarricense sin precedentes, muchos grupos han manifestado su deseo por “irle a volar balas a los nicas” o incluso a convocar un referéndum para la creación de un ejército. “Hay que ver qué pasa con esos malditos nicas” he escuchado decir en la calle, como si ahora no fuéramos tan pacíficos como la mayoría del mundo piensa.

El conflicto ha llegado a parecer un espectáculo de burdel. El canciller nicaragüense llamando a Costa Rica el “imperio costarricense”, Ortega amenazando con salirse de la OEA, grupos costarricenses apoderándose del discurso de “Juanito” Mora para salir a las armas; todo indica que ambos países tenían la necesidad de iniciar una situación bélica. El punto cúspide de esta “comedia” llegó con la petición de Laura Chinchilla a Canadá de ayuda militar. Esta petición no es fortuita, sólo tenemos que recordar que la empresa a cargo de Crucitas es canadiense; con una situación tan volátil cómo la que se está viviendo con el tema de la minería, le resultaría muy provechoso a Chinchilla tener un ejército canadiense que pudiera “matar dos pájaros de un tiro”.

La discrepancia entre Costa Rica y Nicaragua se ha convertido en un juego político sin precedentes. El gobierno de Ortega y el de Chinchilla están utilizando esta situación como una “cortina de humo” (en propias palabras de Pastora) para ocultar su intereses. La actitud bélica que han adoptado los pueblos nicaragüense y costarricense resulta preocupante, una guerra es lo que menos le serviría a las dos naciones, ojalá todo esto se quede en las redes sociales y no pase a más. Lo que sí es verdaderamente lamentable es cómo el terrible suceso entre el perro Rottweiler y el nicaragüense Natividad Canda quedó en la mente de los costarricenses y ahora sale a relucir en burlas hacia el país vecino. Espero que todo se resuelva de una manera diplomática y que los gobernantes empiecen a entender que no se debe propiciar un conflicto para lograr sus intereses.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Fumar o no fumar: esa es la cuestión


Cada día que abrimos un periódico nos encontramos algún titular relacionado con drogas. El Narcotráfico se ha convertido en un importante tópico que los diarios le dedican espacios sensacionalistas llenos de sangre que parecen sacado de un película gore. En todos sus mensajes, la presidenta (si es que podemos usar el género femenino en “ella”) de este país hace énfasis en el gran problema del tráfico de sustancias ilegales. Esto responde a una realidad que no debe ser ignorada, el trasiego de drogas está produciendo olas de violencia nunca antes vistas en las sociedades latinoamericanas, miles de personas mueren cada año por eventos relacionados a este peligroso negocio. El estado de California en Estados Unidos se tomó un gran paso relacionado con este tema: organizó un referéndum para legalizar la marihuana: sería el primer lugar en todo el mundo en permitir el uso de esta hierba para usos recreativos. Esto nos plantea el repensar todos los conceptos que teníamos acerca de las drogas hasta el momento, ¿Qué es una droga? ¿No lo son las aspirinas que consumimos cuando tenemos un resfriado?, ¿Por qué las drogas son prohibidas? ¿Será más bien la prohibición lo que genera tanta violencia? ¿Será la prohibición de las drogas uno de los negocios que más generan dinero en el mundo?, ¿La legalización del consumo de alcohol en los años 30 en Estados Unidos no acabó con una época llena de muertes relacionadas con el tráfico de este? Quizás las políticas que han implementado los gobiernos para luchar contra las drogas no fueron la mejor opción para acabar con el “problema”.

La marihuana o Cannabis sativa es una hierba con propiedades psicoactivas. Su prohibición se dio bajo extrañas circunstancias y se mantiene hasta hoy. Su legalización tal vez pueda llegar a acabar con todo lo que implica su tráfico porque a pesar de ser una sustancia “ilegal”, su consumo ha aumentado en los últimos años. La decisión de fumar marihuana debe de ser personal y debe darse en condiciones de respeto y educación, no bajo mitos sin ningún sustento científico. Es importante acabar con todas esas falsas creencias que se tienen hacia la marihuana, sólo así se podrá abrir el espacio para la discusión de la legalización de esta hierba. Este tema ha dividido a diferentes sectores de la población en dos bandos: los que apoyan la legalización y lo que promueven su prohibición.

Los que proponen la legalización defienden que la marihuana no siempre fue ilegal. El cultivo de marihuana fue en algún momento uno de los mayores cultivos del mundo. Al referirnos al género cannabis, nos referimos también al cáñamo, “la fibra suave más gruesa, durable y natural del planeta” (The Union, 2007). La primera ley referente a la marihuana se promulgó en los Estados Unidos en 1619, esta ordenaba a los granjeros a cultivar cáñamo. Esta ley fue tan provechosa que Benjamin Franklin la utilizaría para comenzar unos de los primeros molinos de papel estadounidenses; llegando al punto que “las dos primeras copias de la Declaración de Independencia fueron escritas sobre papel de cáñamo de cannabis” (The Union, 2007). A principios del siglo XX, empezaría un campaña en Estados Unidos propiciada por los medios de comunicación amarillistas que acusaban a los negros y a los mexicanos de ser violentos por fumar marihuana. Esto llevaría a que en 1937 se creara una ley tributaria que incluía todas las formas de cannabis: para cultivar marihuana se necesitaría de un sello federal y este no se le otorgaba a nadie. Sin embargo, el uso del cáñamo no se olvido; en 1938, la revista Popular Mechanics afirmó que el cáñamo podía llegar a producir más de 5000 productos textiles con su fibra y más de 25000 de su celulosa (The Union, 2007). En 1948, el congreso estadounidense derogaría una ley que prohibía la marihuana porque consideraba que al fumarla las personas se volvían “pacifistas” y esto sería un arma para los comunistas. La prohibición sigue vigente hasta nuestros días y ha sido blanco de muchas críticas porque el consumo no ha disminuido, de hecho “se estima que más de 50 millones de personas fuman marihuana” (Rosenthal, citado en The Union, 2007). Para el Dr. Perry Kendall, oficial de salud provincial de British Columbia, la legalización o penalización de la marihuana “no afecta los índices de consumo de cannabis” (citado en The Union, 2007).

Con las estadísticas de su lado, los defensores de la legalización defienden también el aspecto médico. En 1974 se realizó un famoso estudio acerca de la marihuana: el Estudio Heath/Tulane. Este llegó a la conclusión que, basado en experimentos hechos en monos, la marihuana mataba neuronas; este resultado se convertiría en la base para todas las políticas antidrogas del mundo. Sin embargo, el método que se utilizó fue el de bombardear a los monos 63 cigarros de marihuana colombiana a través de una máscara de gas durante cinco minutos por tres meses (The Union, 2007). Sin posibilidad de oxígeno, era inevitable la muerte de neuronas. En el 2005 un estudio de la Universidad de Saskatchewan afirmó que el consumo de marihuana puede estimular el crecimiento de neuronas (The Union, 2007). Otro estudio realizado por el Dr. Donald Trashkin de la UCLA, decía que el humo de la marihuana no causaba cáncer, en contraste con el del tabaco (The Union, 2007). Con estudios que respaldan que la marihuana no tiene ningún efecto nocivo en el cuerpo, los simpatizantes de la legalización afirman que no hay ningún motivo para seguir políticas que se basan en estudios poco serios.

Muchas personas han afirmado que la prohibición de la marihuana hace que su trasiego se haga más lucrativo; así lo sostiene Eduardo Galeano, quien sostiene que “la prohibición estimula la demanda y hace florecer las ganancias” (1999, p.129).Es por esto que se ha propuesto que con la legalización se podrán cobrar impuestos a la venta de marihuana “podría invertirse en educación y tratamiento de la dependencia” (Greenwald, citado por Ross, 2010, p.20). Otro punto de la prohibición muy criticado es la penalización del consumo, esto hace que las personas que consumen marihuana se conviertan en criminales. Al ser castigadas por el consumo de la hierba, las personas serán delincuentes que tendrán que pagar por su “delito” en la cárcel y de alguna otra forma; esto traerá consigo numerosos problemas sociales. “No es en los márgenes, y por un efecto de destierros sucesivos como nace la criminalidad, sino gracias a inserciones cada vez más insistentes, por una acumulación de coerciones disciplinarias” (Foucault, 1975/2002, p.308). El trato que están ejerciendo las autoridades hacia las drogas no es el más efectivo, “un problema de salud se ha ido convirtiendo, así, en un problema de seguridad pública, que no reconoce fronteras” (Galeano, 1999, p.131). Es por esto que muchos proponen la legalización como la salida a todos los problemas que ha ocasionado el narcotráfico.

Del otro lado, se encuentran las personas que apoyan la prohibición, estos son sectores conservadores que han jugado un papel muy importante en el tema. Los detractores sienten que la legalización no ayudaría a un cambio económico sustancial para tomar esta medida, sostienen que “los ingresos mexicanos del contrabando de marihuana apenas constituyen entre el 15% y el 26% del total” (Ross, 2010, p.22), lo que significaría que el tráfico de drogas ilegales no ser vería seriamente afectado. Por ejemplo, en el caso de California, la legalización de la marihuana “apenas significaría una pérdida de 2% a 4% para los carteles mexicanos” (Ross, 2010, p.22). Por esta razón, argumentan muchos, la legalización no sería tan efectiva como muchos la ven.

Otro aspecto que los simpatizantes con la prohibición recalcan es el número de casos de adicción que pueda aumentar, por lo que “los gastos de los programas de abuso de sustancias se dispararían” (Ross, 2010, p.22) y significaría un gran gasto para el Gobierno. También los detractores señalan que la legalización puede abrir el espacio al tráfico de otras drogas; por ejemplo, Steven Molina, estudiante de Comunicación Colectiva en la Universidad de Costa Rica, siente preocupación por la posibilidad que se camufle el tráfico de otras drogas con el de la marihuana si se aprobara una legalización. Otra preocupación que ha surgido es la relacionada con el aspecto de seguridad vial, muchos críticos han apuntado que “el uso recreativo de la marihuana aumentará las fatalidades y los heridos en accidentes automovilísticos” (Ross, 2010, p.22). Los detractores de la legalización de la marihuana insisten en que esta atentaría contra las políticas antidrogas que los gobiernos han venido
implementando y que llevaría a un retroceso en la materia de drogas.

La discusión por la legalización de la marihuana continuará por largo tiempo. El gane de la no legalización en el referéndum de California hecho el martes 2 de noviembre muestra como falta mucho camino para abrir un verdadero espacio de diálogo acerca del tema. Aunque muchos criticaron la campaña basada en el miedo que se dio en el estado californiano, la corta diferencia en el resultado (56% para el No y un 44% para el Sí) marca dos sectores de la población divididos. Mientras tanto, los propulsores de la legalización seguirán luchando para que algún día se cumpla su meta.

El Narcotráfico representa una seria amenaza para cualquier sociedad, es por esto que se debe buscar una solución integral que satisfaga las necesidades de todas las personas. Llegó la hora de repensar el modo en que debe ser tratado el consumo de drogas. La legalización de la marihuana es tan sólo una propuesta alternativa que pretende acabar con la violencia generada por el tráfico de drogas. La despenalización del consumo de drogas en países como Portugal ha traído grandes beneficios a estas naciones, en este país europeo “el consumo de drogas en muchas categorías ha disminuido en términos absolutos, incluyendo para grupos demográficos importantes, como el de personas entre 15 y 19 años” (Greenwald, 2010, p.27 A). El caso de Portugal demuestra que las medidas alternativas funcionan. El consumo de la marihuana debería ser una elección personal que se dé sin ningún tipo de presión, pero esto sólo será posible cuando se abran espacios de diálogo y discusión que eduquen a los diferentes sectores de la población.

martes, 2 de noviembre de 2010

Suprema tentación para Ella


¿Cuánto daría tu dios por tu alma? ¿Cuál es tu precio? Dímelo. Yo te lo pagaré doble. Deja toda tu vida atrás, no importa, te invito a conocer mundos que sólo conocerás a través de mí, que sólo los sentirás gracias a mí. Olvida todo lo que sabes, ahora seré tu profesor: aprenderás a gritar de alegría, a sólo hacer lo que quieras, a retorcerte de amor. No te prometo la felicidad, pero sí el placer. Elevaras todos tus instintos hasta que explotes de orgasmos insoportables, volverás a conocerte a través de mi tacto, de mi cuerpo. Te daré un gramo de eternidad para que lo inhales, los disfrutes, lo sufras; sentirás todo el universo en tu ser, te sentirás poderosa, capaz de orquestar tormentas que destruyan pueblos enteros. Sólo advierto que te volverás adicta, no lo puedo ocultar. Tu inconsciente se librará de su yugo y será libre, tu corazón se convertirá en un océano indomable con fieras aullando de pasión. Te invito a unirte con mi alma, a fusionarnos para ser uno solo, para ser infinitos, para reír y llorar, para gemir en la cama del sol, para ser alfa y omega. Te juro que serás mi universo, mi diosa, mi musa; te rendiré culto en el altar de tu cuerpo, tus ojos se volverán mi brújula, mi música será tu aliento de ritmo perfecto. Tu aroma se convertirá en mi hostia, mi ayahuasca. Exhala por última vez y sumérgete en mí; te ruego que disfrutes esta suprema tentación. Firma este pacto, mi oferta es única e irrevocable, encontrarás en él todo lo que deseas, nunca te arrepentirás, fírmalo con el tibio ardor de un beso. Véndeme tu alma y nunca vuelvas a mirar atrás.

jueves, 21 de octubre de 2010

Fuegos extintos


“Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo.”- Julio Cortázar

Ese día el sol se negó a salir. Las alarmas de los relojes sonaron su espantoso alarido como era habitual, el agua de las duchas caía sobre cuerpos inertes que se preparaban para ir a trabajar o al colegio; fue hasta la hora del desayuno cuando toda la ciudad se percató de la notable ausencia. Nadie supo si fue por pura rebeldía o porque había caducado su contrato, pero simplemente el preciado astro desapareció.

Las luces huérfanas de las calles le daban a la ciudad un tono dantesco, iluminaban el rápido pasar de algunos peatones que se habían aventurado a caminar ese día como luciérnagas que claman por una pronta muerte. El virus de la penumbra infectaba cada rincón del circo urbano; sin ninguna vacuna que lo amenazara, corría libre por las alcantarillas contagiándolo todo. Aquel ambiente primigenio infundía horror y ansiedad: era como si el inconsciente de la sociedad surgiera súbitamente sin ninguna barrera. Los borrachos de los parques fueron los únicos que disfrutaron este incidente: con ayuda de unos cuantos litros de vodka despegaron al espacio sideral a buscar al sol.

Nadie trabajó ese día. Los telenoticieros empezaron a dedicar todo su espacio al tema y sucedió lo inimaginable: se omitieron los anuncios comerciales para seguir cubriendo el evento. Unos científicos del Centro de Ciencias Nacionales se arrancaban el pelo porque no entendían el fenómeno: nunca nadie hubiera apostado que esto ocurriría. El puntual discurso de la presidenta no tardó mucho en aparecer: ella proclamaba que el pueblo no debía de dejar de trabajar; que de lo contrario, el país se hundiría en una seria crisis. Por primera vez en la historia, nadie la escuchó. El sólo hecho de salir de la casa y encontrar un cielo vacío parecía sacado de una olvidada película de Kubrick.

Sin sol, el mundo estaba condenado. Los gobiernos empezaron a preparar fuertes continentes militares para prepararse ante lo que vendría: la histeria colectiva. Era cuestión de horas para que las personas se empezaran a percatar de lo difícil que sería sobrevivir de ahora en adelante. La caja de Pandora se había abierto, era cierto; sin embargo, los altos funcionarios olvidaban que en el mundo hay más pobres que balas.

Al otro lado del hemisferio, el pequeño Alfonso Silva dormía. Se despertó sobresaltado y observó la oscuridad del cielo desde la ventana de su cuarto. Sintió la gran inmensidad de la noche, la siniestra luz de la estrellas, el dulce aroma del infinito. Se volvió a dormir. Se durmió sin saber que esa noche nunca acabaría.