jueves, 4 de noviembre de 2010

Fumar o no fumar: esa es la cuestión


Cada día que abrimos un periódico nos encontramos algún titular relacionado con drogas. El Narcotráfico se ha convertido en un importante tópico que los diarios le dedican espacios sensacionalistas llenos de sangre que parecen sacado de un película gore. En todos sus mensajes, la presidenta (si es que podemos usar el género femenino en “ella”) de este país hace énfasis en el gran problema del tráfico de sustancias ilegales. Esto responde a una realidad que no debe ser ignorada, el trasiego de drogas está produciendo olas de violencia nunca antes vistas en las sociedades latinoamericanas, miles de personas mueren cada año por eventos relacionados a este peligroso negocio. El estado de California en Estados Unidos se tomó un gran paso relacionado con este tema: organizó un referéndum para legalizar la marihuana: sería el primer lugar en todo el mundo en permitir el uso de esta hierba para usos recreativos. Esto nos plantea el repensar todos los conceptos que teníamos acerca de las drogas hasta el momento, ¿Qué es una droga? ¿No lo son las aspirinas que consumimos cuando tenemos un resfriado?, ¿Por qué las drogas son prohibidas? ¿Será más bien la prohibición lo que genera tanta violencia? ¿Será la prohibición de las drogas uno de los negocios que más generan dinero en el mundo?, ¿La legalización del consumo de alcohol en los años 30 en Estados Unidos no acabó con una época llena de muertes relacionadas con el tráfico de este? Quizás las políticas que han implementado los gobiernos para luchar contra las drogas no fueron la mejor opción para acabar con el “problema”.

La marihuana o Cannabis sativa es una hierba con propiedades psicoactivas. Su prohibición se dio bajo extrañas circunstancias y se mantiene hasta hoy. Su legalización tal vez pueda llegar a acabar con todo lo que implica su tráfico porque a pesar de ser una sustancia “ilegal”, su consumo ha aumentado en los últimos años. La decisión de fumar marihuana debe de ser personal y debe darse en condiciones de respeto y educación, no bajo mitos sin ningún sustento científico. Es importante acabar con todas esas falsas creencias que se tienen hacia la marihuana, sólo así se podrá abrir el espacio para la discusión de la legalización de esta hierba. Este tema ha dividido a diferentes sectores de la población en dos bandos: los que apoyan la legalización y lo que promueven su prohibición.

Los que proponen la legalización defienden que la marihuana no siempre fue ilegal. El cultivo de marihuana fue en algún momento uno de los mayores cultivos del mundo. Al referirnos al género cannabis, nos referimos también al cáñamo, “la fibra suave más gruesa, durable y natural del planeta” (The Union, 2007). La primera ley referente a la marihuana se promulgó en los Estados Unidos en 1619, esta ordenaba a los granjeros a cultivar cáñamo. Esta ley fue tan provechosa que Benjamin Franklin la utilizaría para comenzar unos de los primeros molinos de papel estadounidenses; llegando al punto que “las dos primeras copias de la Declaración de Independencia fueron escritas sobre papel de cáñamo de cannabis” (The Union, 2007). A principios del siglo XX, empezaría un campaña en Estados Unidos propiciada por los medios de comunicación amarillistas que acusaban a los negros y a los mexicanos de ser violentos por fumar marihuana. Esto llevaría a que en 1937 se creara una ley tributaria que incluía todas las formas de cannabis: para cultivar marihuana se necesitaría de un sello federal y este no se le otorgaba a nadie. Sin embargo, el uso del cáñamo no se olvido; en 1938, la revista Popular Mechanics afirmó que el cáñamo podía llegar a producir más de 5000 productos textiles con su fibra y más de 25000 de su celulosa (The Union, 2007). En 1948, el congreso estadounidense derogaría una ley que prohibía la marihuana porque consideraba que al fumarla las personas se volvían “pacifistas” y esto sería un arma para los comunistas. La prohibición sigue vigente hasta nuestros días y ha sido blanco de muchas críticas porque el consumo no ha disminuido, de hecho “se estima que más de 50 millones de personas fuman marihuana” (Rosenthal, citado en The Union, 2007). Para el Dr. Perry Kendall, oficial de salud provincial de British Columbia, la legalización o penalización de la marihuana “no afecta los índices de consumo de cannabis” (citado en The Union, 2007).

Con las estadísticas de su lado, los defensores de la legalización defienden también el aspecto médico. En 1974 se realizó un famoso estudio acerca de la marihuana: el Estudio Heath/Tulane. Este llegó a la conclusión que, basado en experimentos hechos en monos, la marihuana mataba neuronas; este resultado se convertiría en la base para todas las políticas antidrogas del mundo. Sin embargo, el método que se utilizó fue el de bombardear a los monos 63 cigarros de marihuana colombiana a través de una máscara de gas durante cinco minutos por tres meses (The Union, 2007). Sin posibilidad de oxígeno, era inevitable la muerte de neuronas. En el 2005 un estudio de la Universidad de Saskatchewan afirmó que el consumo de marihuana puede estimular el crecimiento de neuronas (The Union, 2007). Otro estudio realizado por el Dr. Donald Trashkin de la UCLA, decía que el humo de la marihuana no causaba cáncer, en contraste con el del tabaco (The Union, 2007). Con estudios que respaldan que la marihuana no tiene ningún efecto nocivo en el cuerpo, los simpatizantes de la legalización afirman que no hay ningún motivo para seguir políticas que se basan en estudios poco serios.

Muchas personas han afirmado que la prohibición de la marihuana hace que su trasiego se haga más lucrativo; así lo sostiene Eduardo Galeano, quien sostiene que “la prohibición estimula la demanda y hace florecer las ganancias” (1999, p.129).Es por esto que se ha propuesto que con la legalización se podrán cobrar impuestos a la venta de marihuana “podría invertirse en educación y tratamiento de la dependencia” (Greenwald, citado por Ross, 2010, p.20). Otro punto de la prohibición muy criticado es la penalización del consumo, esto hace que las personas que consumen marihuana se conviertan en criminales. Al ser castigadas por el consumo de la hierba, las personas serán delincuentes que tendrán que pagar por su “delito” en la cárcel y de alguna otra forma; esto traerá consigo numerosos problemas sociales. “No es en los márgenes, y por un efecto de destierros sucesivos como nace la criminalidad, sino gracias a inserciones cada vez más insistentes, por una acumulación de coerciones disciplinarias” (Foucault, 1975/2002, p.308). El trato que están ejerciendo las autoridades hacia las drogas no es el más efectivo, “un problema de salud se ha ido convirtiendo, así, en un problema de seguridad pública, que no reconoce fronteras” (Galeano, 1999, p.131). Es por esto que muchos proponen la legalización como la salida a todos los problemas que ha ocasionado el narcotráfico.

Del otro lado, se encuentran las personas que apoyan la prohibición, estos son sectores conservadores que han jugado un papel muy importante en el tema. Los detractores sienten que la legalización no ayudaría a un cambio económico sustancial para tomar esta medida, sostienen que “los ingresos mexicanos del contrabando de marihuana apenas constituyen entre el 15% y el 26% del total” (Ross, 2010, p.22), lo que significaría que el tráfico de drogas ilegales no ser vería seriamente afectado. Por ejemplo, en el caso de California, la legalización de la marihuana “apenas significaría una pérdida de 2% a 4% para los carteles mexicanos” (Ross, 2010, p.22). Por esta razón, argumentan muchos, la legalización no sería tan efectiva como muchos la ven.

Otro aspecto que los simpatizantes con la prohibición recalcan es el número de casos de adicción que pueda aumentar, por lo que “los gastos de los programas de abuso de sustancias se dispararían” (Ross, 2010, p.22) y significaría un gran gasto para el Gobierno. También los detractores señalan que la legalización puede abrir el espacio al tráfico de otras drogas; por ejemplo, Steven Molina, estudiante de Comunicación Colectiva en la Universidad de Costa Rica, siente preocupación por la posibilidad que se camufle el tráfico de otras drogas con el de la marihuana si se aprobara una legalización. Otra preocupación que ha surgido es la relacionada con el aspecto de seguridad vial, muchos críticos han apuntado que “el uso recreativo de la marihuana aumentará las fatalidades y los heridos en accidentes automovilísticos” (Ross, 2010, p.22). Los detractores de la legalización de la marihuana insisten en que esta atentaría contra las políticas antidrogas que los gobiernos han venido
implementando y que llevaría a un retroceso en la materia de drogas.

La discusión por la legalización de la marihuana continuará por largo tiempo. El gane de la no legalización en el referéndum de California hecho el martes 2 de noviembre muestra como falta mucho camino para abrir un verdadero espacio de diálogo acerca del tema. Aunque muchos criticaron la campaña basada en el miedo que se dio en el estado californiano, la corta diferencia en el resultado (56% para el No y un 44% para el Sí) marca dos sectores de la población divididos. Mientras tanto, los propulsores de la legalización seguirán luchando para que algún día se cumpla su meta.

El Narcotráfico representa una seria amenaza para cualquier sociedad, es por esto que se debe buscar una solución integral que satisfaga las necesidades de todas las personas. Llegó la hora de repensar el modo en que debe ser tratado el consumo de drogas. La legalización de la marihuana es tan sólo una propuesta alternativa que pretende acabar con la violencia generada por el tráfico de drogas. La despenalización del consumo de drogas en países como Portugal ha traído grandes beneficios a estas naciones, en este país europeo “el consumo de drogas en muchas categorías ha disminuido en términos absolutos, incluyendo para grupos demográficos importantes, como el de personas entre 15 y 19 años” (Greenwald, 2010, p.27 A). El caso de Portugal demuestra que las medidas alternativas funcionan. El consumo de la marihuana debería ser una elección personal que se dé sin ningún tipo de presión, pero esto sólo será posible cuando se abran espacios de diálogo y discusión que eduquen a los diferentes sectores de la población.

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